Lima.- Sin duda, las vicisitudes de
la vida generan una preocupación mayor en las personas que sienten un miedo al
fracaso. Es cierto que el camino es largo pero no compromete o aísla que
inescrupulosos pretendan desprestigiar de manera maquiavélica a obreros de la
verdad.
Como es posible que estos,
denominados defensores de la verdad y la justicia, acechen a los indefensos e
inocentes cronistas de la información, aquellos que no pretenden un lugar y que
su única convicción genere una igualdad en la sociedad, que cada día es
corrompida por los excesos del egoísmo y la del avaricia de ellos, que solo
añoran su lucro personal y su continuidad individualista.
Tanto, es la corrupción
irracional, la mezquindad descabellada que solo dañan y retrasan el avance de
los estratos que pretenden salvaguardar la integridad de los demás que solo
buscan mantener los principios y valores que formaron el ciclo de la vida.
Ciclo que se va degradando
al pasar de los años, un equilibrio que se destruye con la ruindad de esos
grupos que pretenden saber más que otros, y que solo quieren la gloria
personal, dejando de lado a los juguetones e incipientes nativos de la
autenticidad.
Que tristeza me da, saber
que por más dedicación que le pongas a tu labor, esta será demolida por los
comentarios incoloros y poco éticos del ser que pretendió ser un mentor, que al
ver tu lento pero seguro ascenso se vio amenazado. Teniendo como resultado la
desventurada e inaceptable injuria de tu honor.
No aceptemos esta clase de
abusos, no seamos victimas de la ignorancia e ineptitud de aquellos que no
soportan, el ascenso de personas que tienen como finalidad trasformar la
sociedad en un ente de igualdad y honorabilidad.
Inés Támara S.
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