Lima.- Mi silencio estos pasados meses se debe a mi vergüenza y desconcierto. Figúrense, a mi edad y tan ingenuo. Mi mayúsculo chasco demuestra que nada se gana con experiencia y estudios. Solo pensar que dije esto hace 7 meses me causa rubor y depresión:
“Cuando jures el cargo el 28 de julio (le escribí a Humala) tendrás el privilegio y honor de ser el primer presidente de izquierda democráticamente elegido en toda nuestra historia. Cuánto le hubiera gustado ver este logro a José Carlos Mariátegui, César Vallejo, José María Arguedas, Luciano Castillo, Alberto Flores Galindo, Alfonso Barrantes y a miles de intelectuales, artistas, o simplemente seguidores de ideas socialistas, como lo fue mi hermano el Dr. Donald Morote. Recuerda también que muchos de ellos sufrieron incomprensión, discriminación, burlas, abusos, destierro y hasta olvido.”
No tengo perdón ni disculpas. Por un mínimo orgullo no repetiré las advertencias y reservas que mencioné en dicha carta. Repito, no tengo disculpas, creí que Humala iba a ser consecuente con sus promesas. Por lo tanto acepto con humildad y resignación todos los improperios que deseen hacerme, los merezco.
· No me lo explico, ¿cómo es posible que creyese que Humala pudiera formar un gobierno con ideas progresistas y solidarias?
· ¿Cómo es posible que pensase que la derecha cavernaria del Perú pudiese tener sus días contados?
· ¿De dónde diablos me salió el optimismo para creer que un presidente del Perú pudiese acabar con las injusticias sociales, la discriminación de las mayorías minorizadas por el poder económico, y con el retraso de las provincias andinas y selváticas?
· ¿Cómo pude creer que un comandante pudiera ser capaz de respetar los Derechos Humanos y acabar con la impunidad de los militares acusados de violarlos?
Me he equivocado una vez más. Lo siento por mí, por mis amigos y familiares, y por el Perú. La única buena noticia que puedo dar ahora es que no me rendiré. Esto no va acabar así, retomo la palabra hasta quemar el último cartucho.
Por: Herbert Morote
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